miércoles, 18 de agosto de 2010

Perry Smith

Una noche soñó que desenroscaba la bombilla, la rompía y con el cristal se cortaba las venas de muñecas y tobillos.
- Sentí que la respiración y la luz me abandonaban - diría después al escribir sus sensaciones-. Las paredes de la celda se vinieron abajo, el cielo se abatió sobre la tierra y vi el gran pájaro amarillo.
A lo largo de toda su vida- de niño, cuando era pobre y lo trstaban con mezquindad; de joven libre y sin compromiso, de recluso-, el gran pájaro amarillo gigantesco y con cabeza de loro, había sobrevolado en los sueños de Perry, como un ángel vengador que diezmaba a sus enemigos o, como ahora, lo rescataba en situaciones de peligro o muerte:
- Me levantó en el aire como si no pesara más que un ratón, y nos elevamos, y vi la plaza allá abajo, y a hombres corriendo, gritando, y al sherriff disparándono. Y todos estaban enfurecidos porque yo era libre, y estaba volando, y era mejor que cualquiera de ellos...
(...)
Truman Capote - A sangre fría